tristeza

Soledad ¿tragedia o tiempo para ti?

¿Cuando estás solo lo vives como algo desagradable? ¿Evitas a toda costa la soledad? ¿Eres de la opinión de que estar solo es algo negativo y que debe evitarse? ¿Crees que el ser humano es un ser 100% social y por ello no tiene capacidad para estar solo?

Planteando todas estas preguntas quiero abrir el tema de la soledad. Es un tema interesante porque para muchas personas la soledad o el sentirse solo puede llegar a convertirse en un verdadero calvario y sin saber bien porqué. Se ha dicho y se dice que la soledad causa tristeza, depresión e incluso problemas de salud física. En mi opinión no es la soledad propiamente dicha la que tiene estos efectos, entendiendo la soledad como ese espacio en que estamos a solas con nosotros mismos. Lo que causa esta gran tristeza es el contenido de nuestra mente con el cual conectamos al quedarnos solos. Pero si cambiamos el contenido de nuestra mente (principalmente los pensamientos y la actitud) podemos disfrutar de la soledad igual o más que estar en compañía.

Imagen

Primero, cabría comentar que la soledad es algo por lo que pasamos todos los seres humanos en algún momento del ciclo vital. ¿Quién no ha vivido ese primer día de colegio en que por primera vez nos separamos de la mamá o el papá? Es uno de los primeros momentos en que irremediablemente nos enfrentamos a la soledad, ya que nos abandonan en un lugar en que no conocemos a nadie y no tenemos ni idea de qué va a suceder ni si volverán a por nosotros.

En ese momento y en otros muchos en que debemos dar pasos adelante solos (el primer día de colegio, un examen, una entrevista de trabajo… y un sinfín de ejemplos más) se desarrolla, o debería desarrollarse, el aprendizaje de contar con uno mismo como único compañero de viaje con un trayecto más o menos largo.

Con esto quiero decir que sí o sí sería necesario que todos aprendiéramos a acompañarnos a nosotros mismos en momentos de soledad que sí o sí pasaremos. Pero, «¿qué me ocurre cuando estoy solo, que no consigo sentirme cómodo y me invade un malestar que no sé acallar?» Eso es a lo que yo llamo, concretamente, sentirse solo. «Me sentiré sola cuando ni yo misma sea capaz de darme buena compañía.» Y de hecho, aprender a hacernos compañía a nosotros mismos es un importante requisito para dar y disfrutar de la compañía de los demás. Esta distinción entre estar solo y sentirse solo explica porqué en ocasiones estando en compañía de otras personas nos podemos sentir solos. «Si me siento sola en compañía puede ser porque no me llevo bien con mi eterna compañera, que soy yo misma, lo cual duele, y ese dolor no lo puede consolar nadie. De ahí que me sienta sola.»

Ahora la pregunta es: ¿eres un buen compañero de ti mismo?

La respuesta está en qué nos decimos cuando estamos solos. Qué tipo de pensamientos nos vienen a la mente. Debemos conectar con eso. Tomar conciencia de cómo nos tratamos y un buen ejercicio es preguntarnos: ¿lo que me estoy diciendo respecto a mí mismo, mi ser, mi estado, mi situación… es lo que le diría a un amigo al que aprecio? Si la respuesta es no, vamos a tomar conciencia de ello e intentar cambiarlo. No tiene sentido que nos estemos tratando peor que a nuestro mejor amigo. Se trata de que también seamos el mejor amigo de uno mismo.

Pero, no basta con hacernos buena compañía y tratarnos bien. Otro aspecto importante para no sentirnos solos es ser responsables de nuestra propia vida, de nuestras propias decisiones y de nuestra propia felicidad. Si delegamos esta responsabilidad en otras personas (padres, pareja, hijos…) corremos el peligro de sentirnos solos cuando estas personas no estén, en el sentido de que no sabremos muy bien hacia dónde caminar, ni cuanto, ni para qué; y viviremos en el desasosiego de esperar que alguien haga todas esas cosas por nosotros. Ahí entra en juego la autonomía para desarrollar un proyecto de vida propio.

Es importante desarrollar metas, objetivos, proyectos por y para nosotros mismos. Estos proyectos pueden ser compartidos con otras personas, como por ejemplo, tu pareja o tus amigos (entonces genial) pero deben ser objetivos que, o bien se puedan desarrollar de manera autónoma en ausencia de esas personas, o bien puedan ser sustituidos por un plan B que cumpla este requisito. Resumiendo, no debemos depender de otros para dar sentido a nuestras vidas.

Hablando no tan a lo grande de los momentos breves de soledad, como por ejemplo pasar un día solo en casa (cuando estás acostumbrado a estar la mayor parte del tiempo acompañado) es bueno que además de darnos agradable compañía sepamos pasar ese momento solitario disfrutando. Es momento para descubrir qué nos gusta y hacerlo sin complejos ni remordimientos. Es momento de darnos ese regalo que merecemos incondicionalmente. Puede ser leer, escuchar música, ver una película, dar rienda suelta a la creatividad, bailar, reflexionar, hacer ejercicio y muchísimas cosas más (sobre gustos no hay nada escrito) incluso, siendo un poco más atrevida y rompiendo tabúes, disfrutar de la propia sexualidad.

Eso sí, hay que hacer una distinción en la intención que ponemos a las actividades que se pueden hacer en soledad. Hay que tomar conciencia de si estamos realizando una actividad para desconectarnos de nosotros mismos porque no nos gusta lo que ocurre en nuestra mente o la estamos haciendo para satisfacernos porque realmente nos aporta algo positivo esa actividad. Por poner un ejemplo, no es lo mismo ver una película con la intención de poner un parche al sentimiento de soledad y desconectar de él que ver una película porque nos interesa el argumento y queremos disfrutar viéndola. Es en este segundo caso cuando disfrutaremos realmente de ese momento y, en cambio, en el primer caso, lo más probable es que al terminar la película nos vuelva a invadir el malestar y tengamos la sensación de no haber disfrutado lo suficiente como para estar satisfechos y de haber perdido un tiempo precioso. Esta reflexión que ocupa este párrafo se me antoja una posible explicación de porque tantísima gente ve fielmente programas del tipo Sálvame (Telecinco). Son programas con una extraordinaria capacidad de apagar el sentimiento de soledad de la gente y generar una adicción que, si no es tan potente como la de las drogas, por lo menos, cumple la misma función. 

Entonces, para ir dejando zanjado (por lo menos por mi parte) este tema: ¿Qué es la soledad? Después de hacer esta reflexión he entendido que mi soledad soy yo misma y sería triste que estar conmigo misma fuera algo trágico. En nuestra mano está aprender a disfrutar de nosotros mismos y descatastrofizar la soledad cambiando de actitud ante ella.

No me gustaría cerrar el tema sin comentar un aspecto importante que concierne a la soledad y es el estigma social. A menudo, socialmente, no está bien visto estar solo. Nos sonarán frases como estas: ¿En serio?, ¿Que tienes casi 40 años y vives solo?, ¿No te has casado?, ¿Cómo?, ¿Que te vas de viaje a la otra punta del mundo tú solo?, ¿De verdad te vas a quedar el sábado noche solo en casa viendo una película? Quizás podamos comenzar a romper este estigma contestando con un rotundo SÍ, TENGO LA CAPACIDAD DE SER INDEPENDIENTE Y DISFRUTAR DE MI SOLEDAD Y ESTOY ORGULLOS@ DE ELLO.